Caprichosa era una
palabra que se le ajustaba al cuerpo
como aquel vestido rojo que le enmarcaba las
intenciones,
se regodeaba en la
mugre de las esquinas de sus recuerdos
que la vida la allá
tratado mal
fue lo más interesante que pudo haberle pasado,
disfrutaba de estar
mal armada,
creía que estar rota
la hacía diferente, especial
Hasta que el caracol
se detuvo y acaricio el fondo
El laberinto tenía un
sólo reflejo.
Ella era tan ordinaria
como cualquier idiota con vestido rojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario